Diócesis de Ciudad Guayana
Oficina del Obispo
Ciudad Guayana, 18 de febrero de 2014
Queridos Universitarios de Ciudad Guayana,
El domingo pasado debió ser un día de júbilo para los jóvenes de nuestra diócesis, pues se celebraba la Jornada Nacional de la Juventud, donde con una caminata en la población de El Callao y la celebración Eucarística en todas las parroquias de la diócesis, se proclamaba el Año Nacional de la Juventud, decretado por la Conferencia Episcopal Venezolana, y la Consagración de nuestros jóvenes a la Virgen María. Sin embargo, no fue así.
Tras los acontecimientos de las marchas del 12 de febrero que llevaron a los jóvenes a manifestar pacíficamente en el sector de Alta Vista de Puerto Ordaz, la madrugada del domingo 16 nos vimos todos sorprendidos al ser arremetidos estos jóvenes por efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana.
Quisimos dejar pasar todos los sentimientos del momento para, con la razón iluminada por la fe, poder dirigir unas palabras orientadoras al mundo universitario de nuestra diócesis.
Nos damos cuenta de que la situación actual trasciende cualquier sectarismo, sea político partidista, económico, cultural o religioso, e incluso no es un reclamo en contra de un gobierno, sino a favor de la dignidad de la vida ciudadana resguardada por la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela tal y como se anuncia en su Preámbulo, así como el principio fundamental de la vida como realidad sagrada y su respeto integral, derecho que establece las bases de la convivencia humana y el ejercicio de la política (Cfr. Juan Pablo II, El Evangelio de la Vida, 1).
Queridos jóvenes universitarios, como dice el apóstol, les escribimos porque han vencido al maligno, son fuertes y la palabra de Dios permanece en ustedes (Cfr. 1Jn 4,13-14). Apoyamos desde nuestro ministerio pastoral su legítimo derecho a la protesta pacífica, consagrado en el artículo 68 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Y junto con las palabras del Papa Francisco (Vigilia del 27/07/2013, 3) les animamos a asumir esta verdadera vocación por construir una patria mejor:
“Tu corazón, corazón joven, quiere construir un mundo mejor. Sigo las noticias del mundo y veo que tantos jóvenes, en muchas partes del mundo, han salido por las calles para expresar el deseo de una civilización más justa y fraterna. Los jóvenes en la calle. Son jóvenes que quieren ser protagonistas del cambio. Por favor, no dejen que otros sean los protagonistas del cambio. Ustedes son los que tienen el futuro. Ustedes… Por ustedes entra el futuro en el mundo. A ustedes les pido que también sean protagonistas de este cambio. Sigan superando la apatía y ofreciendo una respuesta cristiana a las inquietudes sociales y políticas que se van planteando en diversas partes del mundo. Les pido que sean constructores del futuro, que se metan en el trabajo por un mundo mejor. Queridos jóvenes, por favor, no balconeen la vida, métanse en ella, Jesús no se quedó en el balcón, se metió; no balconeen la vida, métanse en ella como hizo Jesús”.
Sin embargo, luego de escucharles con atención, consideramos necesario compartir con ustedes las siguientes reflexiones que puntualizamos a continuación:
• Sean verdaderos vencedores del maligno, es decir, rompan con todo aquello que les separa a unos de otros, sin dejarse manipular por particularidades políticas de ningún tipo, siendo una sola juventud universitaria, pues eso lo tienen todos ustedes en común a pesar de las diversas diferencias. Desde esa convicción, busquen los ideales compartidos, logrando que toda su acción político social sea la afirmación de la dignidad de todos los venezolanos (Cfr. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 105-114). Estos ideales perfilarán objetivos a alcanzar para, paulatinamente, conseguir la transformación deseada.
• Toda protesta, dentro de democracia, debe estar apegada a las leyes y la Constitución. Por eso, defiendan en todo momento el diálogo pacífico; recuerden lo que ha dicho Jesús: “Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados… Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mt 5,6.9).
• Recuerden que ustedes tienen el arma de la razón y la potencia de la sabiduría. Aún poseen la frescura de los ideales, fuerza que acompañada por la fe es capaz de transformar el mundo. Abracen los ideales de una sociedad plural, donde todos tengan una palabra que decir y los extremos político-económicos encuentren verdadero equilibrio. Desde su creatividad, ustedes deben plantear nuevos caminos que consigan “una realización más adecuada del bien común y de la misma democracia, según los principios de la solidaridad, la subsidiaridad y la justicia” (CDSI, 417).
Queridos profesores universitarios, tienen en sus manos la difícil tarea de acompañar a los jóvenes en su formación profesional. Es decir, no solamente transmitir conocimientos técnico-científicos, sino también los valores que serán vividos en la vida profesional, llegando incluso a saciar junto con sus estudiantes la sed por la búsqueda de la verdad y la forma de vivirla en la cultura actual. En palabras de Juan Pablo II, “si no está orientada hacia la verdad, que debe buscar con actitud humilde, pero al mismo tiempo confiada, la cultura está destinada a caer en lo efímero, abandonándose a la volubilidad de las opiniones y, quizá, cediendo a la prepotencia, a menudo engañosa, de los más fuertes” (Jubileo de los Profesores Universitarios, 3).
Por esta razón, su tarea en este momento es de suma importancia. Como adultos, les invitamos a acompañar a sus alumnos en una situación en la cual la verdad se convierte en algo difuso, pues hemos olvidado los absolutos categóricos para refugiarnos, como sociedad dividida, en relatividades acomodaticias. Además, citando nuevamente al beato, “una cultura sin verdad no es garantía para la libertad, sino más bien un riesgo” (idem). Así, en este proceso de formación, y en especial en esta ocasión, se debe guiar al diálogo racional que logra el encuentro, en el cual hay renuncias, aceptaciones y reafirmaciones mutuas.
Queridos gobernantes locales, no queremos dejarles por fuera en esta exhortación al diálogo mutuo. Ustedes fueron estudiantes universitarios y abrazaron ideales, como jóvenes, que aún hoy en día construyen y defienden. Saben lo que es la pasión juvenil y cómo ella puede ayudar a revitalizar nuestra sociedad. Con mucha humildad, les invitamos a abrir caminos de diálogo con el mundo universitario de nuestra ciudad. Ambas partes tienen mucho que aportar a Ciudad Guayana.
A toda la querida comunidad Guayacitana queremos manifestarle que rechazamos categóricamente el uso de la violencia en el presente conflicto, de cualquiera de las partes involucradas, así como las violaciones a los derechos humanos que se han suscitado durante estos días.
Nuestra Iglesia diocesana seguirá acompañando esta situación desde sus diversos miembros: sacerdotes, jóvenes y demás fieles laicos, brindando a todos los involucrados el apoyo necesario para cumplir nuestra misión social de acompañar al pueblo, que “no es una multitud amorfa, una masa inerte para manipular e instrumentalizar, sino un conjunto de personas, cada una de las cuales – en su propio puesto y según su manera propia – tiene la posibilidad de formar su opinión acerca de la cosa pública y la libertad de expresar su sensibilidad política y hacerla valer de manera conveniente al bien común” (CDSI, 385).
Pedimos a la Virgen María, bajo la advocación de la Inmaculada Concepción del Caroní, que interceda maternalmente para que el Espíritu Santo ilumine a todos los actores políticos de nuestra ciudad y podamos encontrar caminos que construyan la verdadera paz.
Mons. Mariano José Parra Sandoval
Obispo de Ciudad Guayana
P. Néstor Alberto Briceño Lugo
Director Diocesano de Pastoral Universitaria