Mes: noviembre 2010

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1er MARTES DE ADVIENTO: Lc 10,21-24

“Felices los ojos que ven lo que ustedes ven”

Con los ojos de la sencillez nos enseñas a descubrir el verdadero rostro de los hombres, mostrándonos lo mejor de cada uno. La sencillez es maestra para lograr el perdón, porque nos revela que así como debo perdonar al otro, yo también tengo muchas cosas que me perdonan los demás. Sencillez en la vida para lograr la verdadera sabiduría; es decir, aceptar mi vida con todas las realidades implicadas en ella, sin compararme, sintiéndome como un niño que busca a su Padre.

Pero en ocasiones soy tan soberbio… Reviso cómo ha estado presente esa soberbia en el día de hoy… y te pido que me salves de mi propia arrogancia, porque solamente así seré feliz.

¡Jesús, quiero ver con sencillez para reconocerte en mi vida como el Hijo de Dios que me lleva al Padre!

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1er. LUNES DE ADVIENTO: Mt 8,5-11

“Señor, no soy digno de que entres en mi casa…”

Hoy me tienes una Buena noticia, Jesús, y es que tú te maravillas de los hombres y mujeres. Te ha sorprendido la fe mostrada por el centurión. ¡Un soldado romano te ha expresado la mayor muestra de fe que has visto en Israel!

Yo quiero, mi buen amigo Jesús, mostrarte mi fe en ti; por eso, hoy me dispongo a preparar mi corazón para tu llegada, pero no soy digno de que entres. Hay mucho sucio en mi “casa”, y tengo que barrer tantos rencores para que tú puedas entrar… Me da vergüenza que me encuentres con todo este desorden, pero seguro tú hoy tomarás la escoba junto a mí y limpiaremos mi ser; haremos de mí una casa digna para tu paso por mi vida. Y entonces, diré gozoso a mis hermanos: Apurémonos a barrer, porque nos visita nuestro amigo Jesús.

¡Señor, haz que escuche Tu Palabra y la ponga en práctica para sanarme!

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1er. DOMINGO DE ADVIENTO: Ciclo “A”: Mt 24,37-44; Ciclo “B”: Mc 13,33-37;  Ciclo “C” Lc 21,25-28.34-36

“Estén siempre en vela, porque no saben cuándo venga…”

Hoy empieza el tiempo litúrgico de esperar al Salvador. Eso recuerda que así como durante muchos siglos el pueblo jud

ío esperó la venida del Mesías, yo mismo estoy esperando tu llegada a mi vida, Señor.

Muchas veces has pasado a mi lado y no he sabido reconocer tu rostro, por eso hoy me pides que esté pendiente, porque en cada uno de mis hermanos tú te encuentras… y yo  debo estar dispuesto a satisfacer tus necesidades, las necesidades de los demás.

Me canso de amar -con todas las implicaciones que el verdadero amor tiene-, pero me animas a continuar haciéndolo sin descanso, porque no sé en qué momento mi dejadez puede ser perjudicial al otro.

Me preguntas ¿has estado hoy en vela, amando sin descanso? Yo te contesto…

¡Ayúdame, Señor, a no quedarme dormido apartándome de tu amor!