Esperando al Salvador: 24 de Diciembre

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Día 24 de diciembre: Lc 1,67-79

“Bendito sea el Señor Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo…”

Esta noche es Noche Buena. En todo el mundo se espera el nacimiento del Salvador que nos visita en una pequeña cueva.  Hoy puede ser para mí un día más de rumba y fiesta o puedo realmente hacer que el Señor nazca en mi corazón; pero para que esto ocurra, necesito silencio e interioridad en mi ser, apartarme un poco del ruido para encontrarme de verdad en el portal de Belén… ¿Qué me pide hoy ese niño que sonríe en el pesebre?

Si realmente el Señor visita mi vida en estos días, mi ser no puede quedar igual… Esta noche es la noche de la paz, porque ese niño que nace nos hace hermanos, por eso para sentirlo nacer en mi vida debo perdonar… y ser perdonado… así, desde el fondo de mi corazón y con gran sinceridad podré
decir ¡Feliz Navidad!

¡Niño Jesús, hoy todos los niños esperan tus regalos, por eso yo te pido que me des la capacidad de perdonar y ser perdonado!

Esperando al Salvador: 23 de Diciembre

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Día 23 de diciembre: Lc 1,57-66

“Fue abierta su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios…”

A Zacarías, quien quedó mudo por no creer, se le desata la lengua al escuchar la palabra de Dios y cumplirla. Y al hablar no cesaba de contar las maravillas que Dios había hecho en su vida. Tal vez si yo cerrara la boca en tantas ocasiones podría ver tu obra donde solamente encuentro imposibles… Y en lugar de quejarme tanto, podría en realidad ver maravillas en mi vida, a mi alrededor… Tantas palabras que digo al día, y tan pocas son para bendecirte, Señor… muchas veces son para hablar tonterías, bobadas, y temo hablar de ti…

Hoy me propongo ver todo lo positivo de este día, y así descubrir tu acción aún en aquellos acontecimientos que me parecen negativos, por eso me preguntaré a cada momento: ¿qué estás haciendo conmigo? ¿cómo me acompañas? ¿mis palabras son para bien o para mal?…

¡Ayúdame, Señor, a darle valor a mis palabras para que como Zacarías proclame tu bondad!

Esperando al Salvador: 22 de Diciembre

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Día 22 de diciembre: Lc 1,46-56

“Proclama mi alma la grandeza del Señor y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador…”

Hacer tu voluntad en la propia vida, Señor, es conseguir la alegría profunda de sentir tu salvación. María siente en su ser que se están cumpliendo tus promesas, y así fue. Yo también siento en mí, a pesar de todas mis miserias, que tu Palabra se va gestando en mi ser y va produciendo nueva Vida… Sé que tú me transformas y lo siento concretamente en estos hechos de mi vida…

Con el canto del Magnificat, María me enseña el verdadero valor de la humildad… Reconoce que las generaciones la llamarán bienaventurada; ¿por qué me podrán felicitar a mí las generaciones?… Y se da cuenta de la misericordia que tiene Dios para con su pueblo; ¿soy consciente de la misericordia del Señor para conmigo?…

¡Hoy quiero reconocer tu presencia en mi vida, Señor, y decir con María: Proclama mi alma la grandeza del Señor y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador!

Esperando al Salvador: 21 de Diciembre

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Día 21 de Diciembre: Lc 1,39-45

“¿Y de dónde a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?”

María no esperó ser servida al escuchar el anuncio del Señor, sino que tomó sus cosas y fue a acompañar a aquélla que necesitaba de su ayuda: Isabel. La madre del mismo Cristo no se preocupó en ese momento por su estado de gravidez y se apresuró a servir. En cambio, en mi vida yo quisiera ser tan servicial como lo es María, pero no soy así… dejo pasar muchas oportunidades de colaborar con los demás colocando infinidad de pretextos: mi cansancio, eso no es mi responsabilidad, que lo ayude otro… Claro que no siempre es así; en algunas ocasiones ayudo en algo… Otras veces no tomo la actitud de Isabel ante quien me presta su ayuda, sino que espero este servicio como algo que me tienen que dar…

Quiero desarrollar en mí la atención a las necesidades de los demás, por eso hoy me propongo estar al servicio de todos de una forma incondicional, y ser agradecido con aquéllos que me presten algún servicio por más pequeño que sea.

¡María, Buena Madre, enséñame a ser servicial por amor al prójimo!

áñame a hacer de mi vida un constante “Sí” al Señor!

Esperando al Salvador: 20 de Diciembre

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Día 20 de Diciembre: Lc 1,26-38

“El Espíritu Santo vendrá sobre ti”

Prometes, Señor, tu Espíritu sobre aquellos que hacen tu voluntad. Así, derramaste tu mismo Espíritu sobre María virgen, y eso bastó para responder al misterio de la encarnación. Yo hoy quiero estar abierto al don de tu Espíritu para que estos días no pasen sin más, y así el misterio de mi vida lo acepte cumpliendo tu Palabra… ¿Qué me dice hoy esta Palabra? ¿Qué tengo que cambiar en mi vida para que realmente tu Espíritu habite en mí?

Hoy me dejaré sorprender por el anuncio de tu llegada a mi corazón, por eso me propongo mejorar…

¡Buena Madre, María, acompáñame a hacer de mi vida un constante “Sí” al Señor!

Esperando al Salvador: 4to Domingo de Adviento

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4to. DOMINGO DE ADVIENTO: Ciclo “A”: Mt 1,18-24; Ciclo “B”: Lc 1,26-38; Ciclo “C”: Lc 1,39-45

“He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra”

El gran misterio de María es haber creído en lo más profundo de su corazón la palabra de Dios: ser madre sin haber conocido varón; y lo que más me enseña es la valentía para aceptar lo desconocido y enfrentar todas las dificultades que le traían esta forma de amar. ¿Hago en mi vida lo más fácil para mí o acepto el reto de amar, aunque duela? ¿Estoy disponible para aceptar la palabra de Dios en mi vida?

Pero corro el peligro de decir “ésa era María” y disminuir la validez de su ejemplo para mí… ¿Qué imagen tengo de María? ¿Es realmente el ejemplo de mujer en mi vida? ¿La tengo en un puesto privilegiado de mi religiosidad y la olvidao en la vida diaria?

Si pensara en las mujeres que me rodean como si fueran imágenes vivas de María, ¿cómo las trataría?

¡Que yo haga, Señor, tu Palabra y sea capaz de traer a mi vida al a verdadera María!

Esperando al Salvador: 18 de Diciembre

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Día 18 de Diciembre: Mt 1,18-24

“Despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado”

Muchas veces no comprendo tus caminos, Señor; en ocasiones me pides cosas que no sé si soy capaz de darte o no. Pero lo más difícil es aprender a distinguir entre mis caprichos y tu voluntad.

Hoy me muestras cómo José diferenció muy bien entre una cosa y la otra: su voluntad era dejar a María porque se sentía engañado, pero la Tuya era que él entendiera que su hijo era fruto del Espíritu, siendo él el escogido para proteger y educar a Dios que se hacía niño.

Puedo decir que para José todo fue muy fácil ya que tú enviaste al ángel y así se convenció de su misión, pero seguramente le costó entender ese sueño como revelación divina, tal y como tú te nos revelas en los pequeños detalles diarios y yo no te presto atención. ¿Cuál es la voluntad de Dios sobre mí? ¿Cómo me la ha manifestado?

¡Enséñame, Señor, a descubrir tu voluntad sobre mí, para hacer de mi vida una entrega de Amor como lo hizo San José!

Esperando al Salvador: 17 de diciembre

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Día 17 de Diciembre: Mt 1,1-17

“Y Jacob engendró a José, esposo de María, del cual nació Jesús, que es llamado el Cristo”

La Buena Noticia de hoy nos muestra que Jesús es verdaderamente Dios y Hombre. Jesús tiene una familia, resumida en este pasaje del Evangelio, en la que hay reyes y profetas, así como pecadores y prostitutas.

El Cristo asume la realidad de su familia. Y yo, ¿acepto el pasado de mis padres, mis hermanos, mi familia? ¿Trato con cariño y respeto a cada uno de mis parientes?

Dios se hace hombre en la persona de Jesús, quien vive una realidad histórica, cultural, política y económica determinada. Él la acepta. Ésta es mi realidad… ¿Con qué cosas de ella no he aprendido a convivir?

Hoy me esforzaré por mostrar mi cariño a mi familia.

¡San José, tú le enseñaste al Cristo a ser plenamente humano, intercede por nosotros para que el Padre nos acerque cada día más a nuestra propia humanidad!

Esperando al Salvador: 3er Jueves de Adviento

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3er. JUEVES DE ADVIENTO: Lc 7,24-30

“Yo les digo que no hay nadie más grande que Juan entre todos los que han nacido de una mujer. Y con todo, el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él”

En Juan Bautista encontramos la profecía hecha carne. Proclamó la Palabra de Dios en el desierto, a los cuatro vientos, y allí dio fruto pues muchos se convirtieron al escucharle. En la aridez de mi vida ¿qué frutos de conversión está dando Tu Palabra?

Con mucha sencillez fue capaz de vivir Juan su misión de profeta, anunciando a todos la venida del Cordero de Dios y aún así es el más pequeño en el Reino de los Cielos. Y yo que me pongo rebelde por mis sueños de grandeza… Te los presento y los entrego en tus manos para que me cambies y me hagas pequeño, de esta manera tendré la carga ligera para seguirte e ir a tu ritmo…

¡Hazme pequeño, Señor, para así servirte con todo lo que soy!

Esperando al Salvador: 3er Miércoles de Adviento

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3er. MIÉRCOLES DE ADVIENTO: Lc 7,19-23

“Dichoso el que no se escandalice de mí”

Seguirte, Señor, no es escoger el camino más fácil en el cual se reciben alabanzas y grandes aplausos. Tu propuesta lleva a vivir con una radicalidad tan grande el Evangelio que muchas veces puede parecer escandalosa: me invitas a dar vida donde parece que no existe… me llamas a morir a mí para que muchos encuentren la salvación… me empujas a contraponer mi vida al mal existente en el mundo… Y todo esto sin un aplauso pero con muchísimas críticas… Sería más fácil quedarse con los brazos cruzados, permitir que el mundo continúe en su error y quedarse en una oración intimista… Pero para dar testimonio de ti, para anunciar que Tú eres al que debíamos esperar debemos dar vida en tu nombre… ¿Estoy dando verdadera vida en ti?

¡Señor, enséñame a ser fuerte en la debilidad y sordo ante las críticas que desean apartarme de ti!

3er. MARTES DE ADVIENTO: Mt 21,28-32

“Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios”

Buen Señor, hoy tu Palabra es muy dura pues me dices que a pesar de escucharla no la pongo en práctica y me comporto con la falsedad de los fariseos. Lo veo claramente cuando me pongo a acomodar tus leyes a mis criterios… cuando busco excusas para no hacer el bien sino mi voluntad… Mi fariseismo sé que te apesta y por eso eres duro…

No me estás diciendo que deba convertirme en un pecador peor de lo que soy para entrar en tu Reino, sino que acepte mi condición, escuche tus preceptos sin poner tanta excusa y asuma mi realidad, confiando en la misericordia del Padre… Tú haces grandes cosas en mi vida para que vea tu gracia, y ¿realmente me convierto a tu amor o dejo pasar la oportunidad? ¿Continúo criticando a los demás mientras soy peor que ellos? ¿Soy de los que hacen pactos contigo para luego dejarlos de lado?

Hoy deseo, Señor, descubrir tu voluntad desde lo pequeño. Por eso pondré en práctica lo que Tú me pides…

¡Ayúdame, Jesús, a escuchar tu palabra y a hacer la voluntad del Padre en lo pequeño para ser fiel en lo grande!