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Día 21 de Diciembre: Lc 1,39-45
“¿Y de dónde a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?”
María no esperó ser servida al escuchar el anuncio del Señor, sino que tomó sus cosas y fue a acompañar a aquélla que necesitaba de su ayuda: Isabel. La madre del mismo Cristo no se preocupó en ese momento por su estado de gravidez y se apresuró a servir. En cambio, en mi vida yo quisiera ser tan servicial como lo es María, pero no soy así… dejo pasar muchas oportunidades de colaborar con los demás colocando infinidad de pretextos: mi cansancio, eso no es mi responsabilidad, que lo ayude otro… Claro que no siempre es así; en algunas ocasiones ayudo en algo… Otras veces no tomo la actitud de Isabel ante quien me presta su ayuda, sino que espero este servicio como algo que me tienen que dar…
Quiero desarrollar en mí la atención a las necesidades de los demás, por eso hoy me propongo estar al servicio de todos de una forma incondicional, y ser agradecido con aquéllos que me presten algún servicio por más pequeño que sea.
¡María, Buena Madre, enséñame a ser servicial por amor al prójimo!
áñame a hacer de mi vida un constante “Sí” al Señor!