Me confieso un fanático empedernido de las series televisivas de acción y misterio, donde se encuentran investigadores que deben resolver crímenes o evitar catástrofes, haciendo alarde de sus grandes conocimientos científicos, logrando una síntesis de la cultura general y profesional en cada caso que enfrentan los protagonistas. Para ese hobby, aparto un tiempo de mi descanso, donde sé que estaré sumergido en un mundo de fantasía, con algunos visos de realidad, pero ante todo soy consciente de estar ante el producto final de la imaginación de guionistas, directores y productores. Con esa finalidad recurro a canales de entretenimiento como AXN, Warner, Fox y otros.
También intento estar informado sobre el acontecer nacional, pues por mi trabajo sé que debo mantener una línea en la cual pueda hacer una buena síntesis entre la realidad y el evangelio, para así poder iluminar la primera desde el segundo. Reconocer dónde se va gestando el Reino de Dios y dónde se va contradiciendo la presencia del Resucitado no es una tarea fácil en esta Venezuela tan fragmentada y llena de sufrimiento. Para la tarea de informarme recurro a diferentes diarios y canales de televisión especializados en el aspecto noticioso.
Lógicamente, como sacerdote, me corresponde acompañar en muchísimas ocasiones el dolor de familiares y amigos por la pérdida de un ser querido. Muertes, la mayoría de ellas, que desde la perspectiva humana carecen de sentido, pero en la fe se encuentra la esperanza para vencer el odio hacia el terrible asesino, o a la temible enfermedad transformada en bendición, o, simplemente, al inexorable paso del tiempo. Desde una fe que es acompañada por una profunda humanidad e ilumina la razón, las palabras y los gestos siempre deben llevar al doliente a encontrar la paz. Allí no podemos confundir el mundo de fantasía de las series de acción con la pasión real de quien ha sufrido una dolorosa pérdida; hacerlo sería una falta de respeto hacia los familiares del difunto y una muestra de lo que, clínicamente, podría catalogarse como una psicosis.
1era Temporada (28 de noviembre de 2007)
El problema lo encuentro cuando al sintonizar las noticias me siento viendo algún canal de series de acción, donde lo inverosímil se hace realidad y los acusados desfilan por la pequeña pantalla. No, esto no es CSI Venezuela, me repetí unas cuantas veces; es el vicepresidente de la república acusando públicamente al Cardenal Urosa y al Padre Ugalde de conspiración y asesinato. Déjalo pasar, me dije, total, todo se caerá por su propio peso. Y así fue, hasta que hace unos momentos un compañero me contó que un parroquiano, muy allegado a la iglesia y de familia muy religiosa, le contó: “Padre, qué le parece, ahora el Cardenal mandando a matar, eso es el colmo”. “Pero Fulano, le contestó el sacerdote, ¿cómo piensas tú que eso pueda ser verdad?”. “Bueno, dijo este honrado padre de familia, si lo dijo el Vicepresidente…”
Es por esta gente buena, que confía en sus gobernantes, por quienes surge este artículo. Es tradición de cualquier lineamiento político crear matrices de opinión en contra de sus adversarios. Es tradición de quienes no son capaces de dialogar, acusar al oponente con calumnias (es decir, mentiras que buscan mellar la dignidad del otro). Hagamos una breve síntesis para que veamos de dónde surgen estas calumnias: los obispos escriben su último documento donde califican a la reforma de una propuesta antievangélica; luego, surge todo un movimiento eclesial para estudiar tanto la reforma como el documento de los obispos y hacerse una opinión desde los patrones cristianos; aparecen declaraciones, el fin de semana pasado, en contra de los personeros eclesiales antes citados por parte del presidente de la república; el lunes, la presidencia de la CEV escribe una nota donde invita a votar y a rechazar la reforma; el mismo día comienzan los ataques del vicepresidente. Ante una verdad contundente, como en toda la historia, se erige la mentira que busca disminuir.
2da Temporada (16 de julio de 2010)
Esta segunda temporada de la serie volvió a retomar el asunto inconcluso de la primera entrega: el Cardenal Urosa, pero en esta ocasión es acusado por los altos voceros del gobierno de ser un “troglodita” propagandista de falsas acusaciones. Ante la verdad contundente dicha por el purpurado venezolano, surgen nuevamente insultos y ataques pocos decorosos para quienes los profieren.
Pero a la par, los productores de esta serie que nunca deja de asombrarnos, han desarrollado un nuevo guión que parece sacado de una fantasía como Boones o Cold Case, donde en la primera una antropóloga ayuda a descubrir pistas para la resolución de casos a partir de restos humanos, mientras que la segunda se dedica a cerrar casos que han permanecido en el olvido durante años. En esta oportunidad, en su afán por reescribir la historia, el presidente ha decidido encontrar la verdadera causa de muerte del Libertador, por lo que se ha abierto su tumba. Un crimen ya resuelto por la historia, pero que por un empeño infundado históricamente se debe retomar. ¿Acaso no hay suficientes crímenes sin resolver con los 47 asesinatos ocurridos solamente en Caracas el fin de semana pasado? ¿No sería mejor emplear toda esa tecnología en la resolución de los verdaderos crímenes?
No podemos olvidar la clara referencia a Ghost Whisperer y a Medium que se hace en esta nueva entrega, donde el Libertador pareciera recobrar vida y materializarse en extrañas visiones, dando incluso algunas sugerencias, a quienes se arriesgan a entablar conversaciones con él, sobre cómo gobernar.
Claro, en la búsqueda de divertir a los espectadores, también se mezclarán algunas reminiscencias a clásicos de la cinematografía mundial, como es el caso de The Net, logrando que la realidad supere a la fantasía. ¿Acaso es un crimen hablar sobre asuntos bancarios a través de Twitter? Pues eso es lo planteado al resultar encarceladas dos personas por especular sobre algún banco.
Conclusión
Apaguemos por un rato el televisor y sintonicémonos con la realidad. Son miles los hermanos nuestros que sufren a causa de la violencia verdadera, y no hablo de Irak sino de nuestros barrios venezolanos; innumerables las familias que están padeciendo verdadera hambre mientras containers de comida se pudren sin ver aún a los verdaderos culpables responsabilizarse de ello; incontables los niños y jóvenes que están creciendo en un ambiente lleno de odio y rencor, lo que nos costará generaciones para remdiarlo.
Creo que es hora de entender que no somos personajes de una producción de Bruckheimer, sino creación de Dios. Y ayudar a nuestros hermanos a comprender el fino límite entre la realidad y la obra de ficción de la que nos están haciendo personajes de relleno. Es tu tarea constituirte en heraldo de la verdad, en voz que clama las exigencias del Señor de la Vida.