Apenas hace 48 horas se hacía el anuncio Habemus Papam y la expectativa, que en ese momento fue intensa, en lugar de disminuir parece ir en aumento. Expectativa porque los cardenales han elegido al primer Papa latinoamericano; expectativa porque el Cardenal Bergoglio ha elegido el nombre de Francisco, ya sea por el pobrecillo de Asís o por el misionero compañero de San Ignacio; expectativa porque es el primer Papa jesuita, discípulo de Jesucristo bajo el carisma de Ignacio y compañero de tantos amigos.
No me atrevo a adivinar hacia dónde irá el pontificado de Francisco. Solamente me atrevo a abrir bien los ojos y los oídos para que mi espíritu pueda recibir el nuevo vino que refrescará a la Iglesia así como ya lo está haciendo con mi vida. Por eso, quiero compartir con ustedes, estimados lectores, catorce frases que en estas casi 48 horas de pontificado de Francisco me han impactado, cuestionándome mi realidad actual.
- ¡Hermanos y hermanas, buenas tardes! – Estas fueron las primeras palabras de Francisco al pueblo, un saludo fraterno, común, lleno de cercanía.
- Parece que mis hermanos Cardenales han ido a buscarlo (al Obispo de Roma) casi al fin del mundo…, pero aquí estamos. - Con un chiste sencillo y elegante que denota su humildad, se ha referido a la tarea cumplida del cónclave.
- Y ahora, comenzamos este camino: Obispo y pueblo. - La claridad de su trabajo como Obispo de Roma, animador de la fe, acompañante y acompañado por el pueblo; sentido de Iglesia pueblo de Dios que camina.
- Y ahora quisiera dar la Bendición, pero antes, antes, os pido un favor: antes que el Obispo bendiga al pueblo, os pido que vosotros recéis para el que Señor me bendiga: la oración del pueblo, pidiendo la Bendición para su Obispo. Hagamos en silencio esta oración de vosotros por mí…. - Creo que cualquier comentario sobra. Simplemente, resaltar el gesto de inclinación del Papa Francisco al pedir la oración en silencio.
- Caminar, edificar, construir, confesar. Pero la cosa no es tan fácil, porque en el caminar, en el construir, en el confesar, a veces hay temblores, existen movimientos que no son precisamente movimientos del camino: son movimientos que nos hacen retroceder. Con los cuatro verbos iniciales, explicó las lecturas. Aunque invita a estar en movimiento, también nos advierte de las tentaciones del camino.
- Podemos caminar cuanto queramos, podemos edificar muchas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, algo no funciona. Acabaremos siendo una ONG asistencial, pero no la Iglesia, Esposa del Señor. – No perder de vista lo esencial: Jesucristo. Parece que ese es el mensaje de esta primera etapa de pontificado.
- Cuando caminamos sin la cruz, cuando edificamos sin la cruz y cuando confesamos un Cristo sin cruz, no somos discípulos del Señor: somos mundanos, somos obispos, sacerdotes, cardenales, papas, pero no discípulos del Señor. - ¡Qué hermoso sentir que nuestras tentaciones son comunes! Un Papa que se sabe pueblo y un pueblo que necesita a este Papa para ayudarle a llevar su cruz. ¡Gracias Francisco!
- Un pensamiento lleno de afecto y gratitud a su vez a mi venerado predecesor, el Papa Benedicto XVI, que durante estos años de pontificado ha enriquecido y fortalecido a la Iglesia con su enseñanza, su bondad, su orientación, su fe, su humildad y su gentileza. Seguirá siendo una herencia espiritual para todos! - Desde el primer momento ha estado presente la gratitud a Benedicto XVI. Saberse heredero de ese trabajo de su predecesor, le da a la Iglesia una seguridad y una visión de transformación en la continuidad de la historia.
- Animados por un profundo sentido de la responsabilidad y apoyados por un gran amor por Cristo y por la Iglesia, (los cardenales) oramos juntos, compartiendo nuestros sentimientos fraternales, nuestras experiencias y reflexiones. En este clima de gran cordialidad ha crecido el entendimiento mutuo y la apertura mutua, y esto es bueno, porque somos hermanos. - Una fraternidad que se vive en las diferencias concretas pero desde el amor por Cristo y por la Iglesia, ¡Qué testimonio!
- El Paráclito hace toda la diferencia en las iglesias, y parece ser un apóstol de Babel. Pero, por otra parte, es el que hace que la unidad de estas diferencias, no en la “igualdad”, pero en armonía. - La Iglesia como la suma de todos los carismas, pues vienen del Espíritu, más que la uniformidad asfixiante.
- También estimulado por la celebración de la fe, todos juntos, pastores y fieles, nos esforzaremos por responder fielmente a la misión de siempre: llevar a Jesús Cristo para el hombre y llevar al hombre a encontrar a Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, realmente presente en la Iglesia y en cada hombre contemporáneo. - Creo que es un llamado muy claro a revisarnos como personas y como agentes pastorales: ¿tenemos a Jesucristo como el centro de la vida, de nuestra esperanza?
- Nunca debemos caer en el pesimismo, una amargura que el diablo nos ofrece cada día; no caigamos en el pesimismo y el desánimo, tenemos la firme convicción de que el Espíritu Santo da a la Iglesia, con su aliento poderoso, el valor de perseverar y también de buscar nuevos métodos de evangelización, para llevar el Evangelio hasta los confines de la tierra (cf. Hechos 1:8). – Ciertamente, nos puede llegar el cansancio que nos atrapa y lleva a ser pesimistas… esta trampa ocurre cuando dejamos de confiar en el Espíritu Santo y empezamos a poner las esperanzas en las propias fuerzas. Abrirse al Espíritu es dejar de confiar en la obra personal para colocar la mirada en el actuar de Dios en cada uno de nosotros y en la historia.
- La verdad cristiana es atrayente y persuasiva porque responde a la necesidad profunda de la existencia humana, anunciando de manera convincente que Cristo es el único Salvador de todo el hombre y de todos los hombres. Este anuncio sigue siendo válido hoy como lo fue en los inicios del cristianismo, en el que funcionaba la primera gran expansión misionera del Evangelio. – El Evangelio nunca pasará de moda y la humanidad siempre necesitará de la salvación brindada por Jesucristo, por lo que nuestro trabajo como evangelizadores siempre será necesario. No nos cansemos.
- Queridos hermanos, ¡fuerza! La mitad de nosotros somos de edad avanzada: la vejez es – me gustadecirlo – el asiento de la sabiduría. Las personas mayores han entrado en la sabiduría de la vida, como el anciano Simeón y la anciana Ana en el Templo. Y justo esa sabiduría les ha hecho reconoer a Jesús. Damos esta sabiduría a los jóvenes: como el buen vino, que con los años se vuelve bueno, le damos a los jóvenes el conocimiento de la vida. – Esta sabiduría de saberse servidor de los jóvenes nos hace ver el sentido de una Iglesia comunión, donde todos tenemos nuestro espacio.