En nombre de tantos católicos venezolanos, deseo manifestarle mi agradecimiento, admiración y respeto por ser testigo de la fidelidad al Evangelio en estos momentos históricos del país. Claro que no esperamos menos de quien sigue la línea episcopal de tantos hombres que han sido pastores y testigos de la fe en nuestra patria, así como luces que supieron iluminar en los diversos momentos, como lo fueron Ramos de Lora, Arias Blanco o Quintero Parra para mencionar solamente a algunos de tantos ilustres.
Deseo aplaudir en voz alta su intervención en la Asamblea Nacional. Ha sido toda una demostración de valentía, integridad y respeto a todo el pueblo venezolano y a la misma Iglesia que Su Eminencia representa. Me atrevo a realizar un esquema de su intervención, de manera que pueda ser más fácil su estudio para el lector que no ha podido acceder a sus palabras (aunque se encuentran en la página http://www.scribd.com/doc/34948944/Documento-presentado-por-el-Cardenal-ante-la-Asamblea-Nacional):
- Presentación de su persona con sus títulos eclesiásticos, lo que le ubica dentro del contexto en el cual fue su participación;
- Explicación de los derechos ciudadanos constitucionales sobre opinión y participación política en la sociedad, haciendo énfasis en que los obispos son ciudadanos venezolanos;
- Recorrido histórico de algunos documentos resaltantes del Episcopado Venezolano que han sido voz profética en los últimos cuarenta años. Me parece interesante destacar que en ese período ya usted formaba parte del colegio episcopal de nuestra Iglesia Venezolana;
- Recuerdo del llamado realizado tanto por la Iglesia Universal en los documentos del Concilio Vaticano II, como la Iglesia Latinoamericana, hecho a todos los miembros de la Iglesia a ser vigilantes y garantes del respeto de los derechos humanos;
- La intervención que hace sobre sus declaraciones me parecen, en mi muy humilde opinión, del todo acertadas: partiendo del cuerpo jurídico constitucional explica de manera muy sencilla y clara el derecho y la obligación de la participación de los ciudadanos en el desarrollo del Estado, para señalar su opinión sobre algunas leyes que claramente se separan del espíritu de la Constitución actual;
- Me parece importante resaltar tres cosas en ese recorrido: Usted ha opinado, no ha formulado denuncias ni acusaciones; Usted no es un mentiroso, sino que se basa en la experiencia para hacer una lectura de la realidad; Usted ha detectado y señalado las características del comunismo que se proclaman expresamente hoy en día;
- En la conclusión, usted reafirma la disposición al diálogo y a servir como factor de encuentro como parte esencial de la misión de nuestra Iglesia. Ruego a Dios para que todos los venezolanos podamos entender esto y superar las diversas dificultades para buscar juntos el bienestar del país.
Deseo destacar una frase dicha por usted, de la cual yo he sido testigo viendo a tantos obispos realmente ocupándose por el bienestar de su feligresía: “No nos encerramos en las sacristías, ni nos escondemos tras el incienso de las ceremonias. Somos obispos de una Iglesia viva y activa, comprometida con el pueblo venezolano“. La experiencia de fraternidad y amistad que favorecen los obispos venezolanos, son realmente signo vivo de la radicalidad del Evangelio. Y allí están ustedes para continuar sirviendo a todo el pueblo, sin diferencias, invitándonos a todos a ver con ojos trascendentes esta historia que nos envuelve y nos distrae de lo importante, del seguimiento real de Cristo.
Por este gran mensaje de esperanza y de radicalidad Evangélica, de solidaridad con quienes sufren los embates de la historia y de ecuanimidad que invita al diálogo y a la salvación fraterna, ¡Muchas gracias, Señor Cardenal!
Pidiendo su bendición, queda de usted, afectísimo en Cristo Salvador,
P. Néstor A. Briceño L, SDS.