En defensa de los no nacidos

El jueves de esta semana que termina, fui invitado al programa Entrevista TRB con Zaily Navas para hablar sobre el planteamiento hecho en el actual proyecto de Reforma del Código Penal sobre el tema del aborto. Éste no es un tema para nada novedoso y pareciera que con cierta frecuencia salta a la palestra pública. Hace ya un buen tiempo escribí una carta al entonces director del diario El Nacional, Alfredo Peña, quien desde las páginas de ese prestigioso medio abogaba por el aborto. Creo que es oportuno publicarla aquí íntegramente, pues lo dicho entonces sigue siendo válido hoy.

EN DEFENSA DE LOS NO NACIDOS
Carta abierta al Sr. Alfredo Peña, director del diario “El Nacional”

Caracas, 17 de marzo de 1992

Sr. Alfredo Peña
Director del diario “El Nacional”
Ciudad.-

Respetable Sr.:

He visto en los últimos días, con gran asombro y profundo pesar, la campaña en pro del aborto que está apoyando el prestigioso diario que usted dirige.
Digo asombro porque siempre he tenido a ese medio de comunicación social como uno de los defensores de los derechos de los más desvalidos, y no comprendo cómo en estos artículos se ha olvidado al más indefenso de los seres humanos: el no nacido. Manifiesto mi pesar puesto que es lamentable el punto hasta donde ha llegado nuestra sociedad de consumo: es más importante para algunos su “libertad” y sus pretendidos “derechos” que la vida misma.
Como educador católico me siento en la obligación de no quedarme con los brazos cruzados y de emitir una opinión pública referente a este problema fundamental de la sociedad: EL ABORTO.
Indudablemente éste es un problema de valores, pero en una sociedad donde se asesina a sangre fría por un par de zapatos y el VALOR “TENER” prevalece sobre el VALOR “SER”, ¿dónde se encuentra el VALOR DE LA VIDA?
Se sabe que todo hombre tiene derecho a la vida, y en el momento de nuestra propia concepción nadie nos preguntó si queríamos vivir o no; ésta fue una decisión de nuestros padres. Pero si ellos nos hubieran negado el derecho a nuestra vida, ¿dónde estaría nuestro legado, en cualquier sentido o área social, a la humanidad? Indudablemente, no existiría.
Nuestro cuerpo es una máquina maravillosa y prácticamente perfecta, al igual que el resto de la naturaleza. El ser humano ha luchado por optimizar, mediante el progreso, la relación entre el hombre y su medio ambiente, en algunos casos con resultados formidables. Pero existen situaciones que no estamos en capacidad de evitar: la muerte de aquel joven tan lleno de vida, aquella enfermedad que postró para siempre a ese niño, el amigo que murió en un accidente… Ninguno de nosotros tiene el poder de vencer a la muerte; tal vez, gracias a los avances científicos, la podemos posponer, pero no evitarla.
Por otra parte, al hablarle a mis alumnas sobre el tema del amor y la sexualidad, debo dejar muy claros los conceptos sobre la existencia y unicidad del ser humano. Y es en este punto donde siempre se escucha la pregunta: ¿cuándo comienza la vida humana? Para hallar la respuesta, se debe partir del principio médico siguiente –que, por cierto, no es tan simple como parece-: al unirse el óvulo con el espermatozoide, en ese preciso instante, se define la carga genética del individuo y se poseen todos los ingredientes necesarios para que se desarrolle el ser humano. Por lo tanto, es allí cuando se crea la vida. Por otra parte, es también en ese momento de la concepción cuando, según los conceptos religiosos, el alma complementa al ser humano.
Y dentro de este contexto cabe preguntarnos: ¿tendremos derecho a decidir quién nace y quién muere?; ¿es la vida –y no cualquier vida, sino la mía- realmente un valor en nuestra sociedad venezolana?
No podemos, ni debemos, escudarnos en el argumento que como algunos países “desarrollados” han legalizado el aborto, quiere decir que ése es bueno. Ya lo reza el refrán: “Mal de muchos, consuelo de tontos”; y nuestra historia venezolana, así como la de la humanidad, ha demostrado que no siempre la mayoría tiene la razón. Y si en algunos países se incurre “legalmente” –mas no moralmente- en este crimen, no podemos convertirnos nosotros también en homicidas con la excusa del “desarrollo” personal o social.
¿Justificar el aborto con pretextos económico sociales? ¿Adolescentes embarazadas? Quienes tenemos la dicha de compartir con los adolescentes o las clases más desposeídas nos hemos dado cuenta de que éste no es un problema de abortar o no. Es mucho más profundo que todo eso. Es un problema de nuestros valores fundamentales como nación. Es un problema de respetuo mutuo; en otras ocasiones de autoestima. Es un problema educativo en cuanto a la sexualidad y el concepto de la palabra AMOR. Es un problema de presión social y de ataque continuo, por parte de los medios de comunicación de masas, a los valores tradicionales. Es un problema de nuestras raíces culturales que nos han mantenido en un matriarcado machista (aunque parezca contradictorio, es nuestra realidad social)…
Si realmente los grupos feministas desean hacer valer sus derechos –y usted como director de ese diario apoyarlas, defendiendo siempre en primer lugar a la familia venezolana como lo afirman sus propagandas- es necesario que, en primer lugar, defiendan el respeto que merece la condición de SER MUJER Y luchen contra la visión de la mujer como OBJETO SEXUAL que, desgraciadamente, prevalece en nuestra sociedad venezolana.
Atacando la verdadera causa se logrará mucho más que creando “panaceas” facilistas y tranquilizadoras. Pero, lamentablemente, es mucho más fácil luchar contra quienes no tienen voz, que contra aquellos grupos que ostentan el poder y la maquinaria socio-económica que disminuye a la mujer y a la familia venezolana.
Espero que usted le preste el interés debido a estas consideraciones, le agradezco su atención, y me despido de Ud.

Atentamente,

Ing. Néstor Briceño Lugo
C.I. 6.913.353

PD. : Agradecería se sirviera publicar esta CARTA PÚBLICA CONTRA EL ABORTO en la misma forma destacada como ha venido publicando los comentarios a favor del aborto.

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Néstor

Néstor Alberto Briceño Lugo nace en Caracas el 19 de septiembre de 1966. Luego de terminar sus estudios de Ingeniería Mecánica en la Universidad Simón Bolivar, ingresa en la Sociedad del Divino Salvador, donde recibe la ordenación sacerdotal el 24 de junio de 1998. Desde su adolescencia ha participado en grupos y actividades juveniles, desarrollando diversas labores para estar al servicio de los jóvenes en distintos ámbitos. Actualmente desempeña el rol de Asesor de Pastoral Juvenil de la Diócesis de Ciudad Guayana y es miembro activo del Equipo del Movimiento Juvenil Gaviota. También ha trabajado durante muchos años en la pastoral vocacional de su Congregación. Su curiosidad y la búsqueda de nutrir su ministerio con diversos conocimientos le han llevado a profundizar sus estudios con las maestrías en Procesos de Aprendizaje, Teología Espiritual y eLearning. En estos momentos está terminando su tesis doctoral en Teología Espiritual, especializándose en espiritualidad infantil y salvatoriana. Presta sus servicios como director del Centro de Estudios Pastorales Divino Salvador (CEPDISAL), asesora el Instituto de Pastoral Juvenil de Venezuela (IPJV) y es docente de la Universidad Católica Andrés Bello en Ciudad Guayana.