1er Lunes de Adviento: Is 2,1-5 “Vengan, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas”

En este día me invitas a dejarlo todo para subir a tu encuentro, Señor; pero hay tantas cosas que me atan y no me dejan subir hacia ti… Sin embargo, tú insistes y me llamas, pero no a subir solo, sino en grupo, confiando en tu palabra que me instruye y cuidando no apartarme de tus caminos. Hoy me animas y, a pesar de las dificultades, sigo hacia tu encuentro. Seguramente, también encontraré distracciones en esa subida, pero mis hermanos me halarán para seguir subiendo hacia ti.

¿Cuáles son las ataduras que no me permiten salir libremente al encuentro del Señor? ¿Permito que mis hermanos me animen y me impulsen o soy arisco a sus palabras?

¡Gracias Señor por fijarte en mí y llamarme a caminar hacia ti!

1er. DOMINGO DE ADVIENTO: Is 2,1-3 “De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas”

En este nuevo adviento me invitas a esperar tu venida, Señor, como lo hizo el pueblo de Israel. Ante un mundo realmente descompuesto, con dolor causado por la injusticia y por múltiples pecados, la única esperanza que se presenta es tu presencia santa, purificadora, reveladora de misericordia. Empezando por mí mismo, el mundo debe cambiar, transformar los rencores en gestos de amor, las palabras hirientes en rosas que surjan de nuestras bocas, la mentira encubridora en la verdad misericordiosa… Pero necesito tu fuerza y tu poderío para dejarme ganar por ti, por tu presencia en mi vida.

¿Cuáles son las espadas con las que ataco a quienes me rodean? ¿Qué armas debo deponer en mi vida para que sea el Señor quien viva en mí? ¿Qué tierra está esperando ser arada por mí para que pueda surgir la verdadera vida de Dios?

¡Señor, ven a mi vida, transfórmame para que sea yo también tu palabra de amor!