Ideas para la meditación del Evangelio del vigésimo Domingo del tiempo ordinario ciclo B (19-08-2012):
- Continuamos con la reflexión del discurso de pan de Vida presentado por el Evangelio de Juan.
- Para comprender el texto de hoy, es importante saber para quién está escrito el evangelio de Juan: para comunidades que han ido conociendo el cristianismo pero que se encuentran inmersas en la cultura griega. Muchas de estas comunidades están conformadas por paganos convertidos al Evangelio, es decir, no conocían las tradiciones judías.
- Y esto es muy importante tenerlo claro. Pues para el judío no era extraño el asumir que el pan pascual, llamado matzá, representara al cordero inmolado. Esto se debía a un recuerdo de la segunda esclavitud, es decir, cuando el pueblo judío fue esclavizado y deportado a Babilonia. Allí, para la celebración de la cena pascual, los judíos no podían comer cordero pues no lo poseían; por eso, el pan sin levadura pasa a representar el cordero, costumbre que llegó a los tiempos de Jesús.
- Es decir, cuando Jesús habla de comer su carne y beber su sangre, claramente se está identificando con el pan y vino pascual, y, por lo tanto, con el cordero inmolado.
- Claro, para el pueblo judío eso era comprensible, aunque la pregunta ¿cómo puede éste darnos a comer su carne? La haya colocado el evangelista en boca de los judíos. Pero para los pueblos paganos, especialmente el pueblo romano y griego, para quienes no era extraño haber pasado por etapas de sacrificios humanos, el escándalo fue grande, llegando a decir incluso que los cristianos eran caníbales, pues en sus fiestas mataban y se comían a un tal Jesús. ¡Pobre gente que no podía comprender el carácter simbólico, y mucho menos el Sacramental de la Eucaristía!
- Y aquí deseo incluir en nuestra reflexión de hoy un aspecto importante: el pan eucarístico no representa a Jesucristo; es Jesucristo. La realidad sacramental no es un mero símbolo, es la presencia viva y activa de Dios en medio de su pueblo. Por eso, cada vez que comemos el pan eucarístico estamos comiendo a Jesucristo, permitiendo que él viva verdaderamente en nosotros. Este es tal vez el mayor de los milagros de nuestro Dios.
Por eso, te invito a que esta semana te animes a revisar tu vida y, mediante un buen examen de conciencia y una confesión sacramental, es decir con sacerdote incluido, para que así puedas alimentarte de este pan de vida eterna.