Hoy es día del Santo Cura de Ars, Juan María Vianney, y por eso me parece una buena ocasión para iniciar con esta serie de artículos dedicados a las visitas realizadas a diferentes ciudades: la vuelta al mundo en toda una vida.
Fue hace ya unos nueve años, cuando junto con el P. Gilberto Vivas, llegamos al pueblecito de Ars. Ese año nos habíamos propuesto viajar por Francia haciendo nuestro retiro anual como una peregrinación donde cada día visitáramos el hogar de algún santo francés. Ese día fue el turno del pueblo del patrono de los párrocos.
Ars es un pueblo muy pequeño de la campiña francesa. Su importancia se debe históricamente al hecho del cura que por no ser muy inteligente en sus estudios fue enviado a atender aquel pueblecito donde vivían muy pocas almas, apenas unas 300, de manera que no hiciera mucho daño. Sin embargo, el padre Vianney se dejó llevar por la gracia de Dios y se convirtió en un confesor como muy pocos en la historia: gente de toda Francia acudía a él para escuchar sus consejos.
Allí se puede observar la Iglesia muy bien cuidada, centro de peregrinación durante ya casi dos siglos. La pequeña Iglesia original aún se puede distinguir dentro de las posteriores ampliaciones realizadas para albergar a los peregrinos. Recuerdo que me impresionó lo pequeña que debíó ser esa Iglesia atendida por el santo cura, no más de 10 metros de fondo. En la actualidad, cuenta esta Iglesia con varios confesionarios, siendo fieles a la tradición implatada por aquel noble párroco.
En este sitio de peregrinación, luego de visitar la Iglesia, encontramos la casa donde habitó san Juan María y un pequeño museo donde se ven muchas de las cosas que utilizó en su vida. Recuerdo la impresión que me causó lo pequeño de la cama del santo, así como la sencillez y pobreza mostrada en las diversas cosas que allí se muestran. De igual manera, se puede visitar la tumba del santo, donde se exponen sus restos mortales.
Si ciertamente había flujo de gente en aquella ocasión, no se entorpecía el ambiente para que realmente reine la paz que invita a la oración. Los alrededores de la Basílica San Sixto, edificada en el siglo XIX y en comunicación con la Iglesia el mismo nombre que fue construida en el siglo XII y posteriormente modificada por el santo, brindan espacios naturales que dejan volar a la imaginación para reconstruir en ella la historia de los siglos XVIII y XIX.
Muy cerca de Lyon, apenas a 33 kilómetros al norte de tan populosa ciudad, la aldea Ars-sur-Formans de 1263 habitantes recibe anualmente al rededor de medio millón de peregrinos. Para el viajero que quiere encontrarse con los tesoros de la fe, ésta es una parada que le conmoverá su alma.